De Flatliner a Highlander

Llego a casa una tarde de verano del 2005. Blanco, compacto y si bien ya era todo un adulto, prometía muchos años más de fiel servicio. Así se presento nuestro primer auto en UK, un Renault Clio 1994. Ese mismo día paso a llamarse “La Maquina”, no recuerdo porque todavía, pero para mi era La Maquina. 

Luego de unos años y varias millas de recorrido, llego la nevada de Febrero 2009, según los periódicos británicos, la más fuerte en los últimos 18 años en la ciudad de Londres. Para ese entonces, La Maquina ya era un septuagenario de 15 años, alguien que acumulaba millas de experiencia y fiel servicios a su dueño. Esa nevada perjudico considerablemente la salud de La Maquina que, a partir de ese momento, necesito constantemente el rocío de un aerosol sobre su toma de aire cada vez que queríamos arrancarlo. Por alguna loca razón, esa situación me recordó la película “Flatliners” dirigida por Joel Shumacher con Kevin Bacon, Kiefer Sutherland y Julia Roberts. Un grupo de estudiantes de medicina que jugaban con la muerte en la cual eran resucitados utilizando un desfibrilador cardiaco. Siguiendo esta comparación, ahí fue cuando La Maquina pasó a llamarse “Flatliner” ya que jugaba con la muerte día a día y así siguió por casi un año.

Al volver de vacaciones en Argentina este Diciembre pasado, el gran temor era que Flatliner no volviese a arrancar, que ni el aerosol haciendo las veces de desfibrilador pudiese resucitarlo. Inmensamente grata fue la sorpresa cuando Flatliner arranco ante el primer intento y ahí estaba nuevamente, funcionando, calentando y diciéndome “where to?” ... Se gano su tercer y definitivo nombre… “Highlander” ya que, al igual que en la película de 1986 con Christopher Lambert, este auto era un inmortal, un sobreviviente.

Sobreviviente si, pero eso no implicaba que fuese inerte al paso del tiempo, que los achaques comunes de la vejez no se hicieran presentes. En Gran Bretaña, todo auto que comienza su vida adulta tiene que hacerse chequeos médicos anuales, chequeos que acá se llama MOT y como sabíamos que podía ocurrir, Highlander no paso su MOT, ya estaba terminal, no lo dejarían volver a salir, el mismo que se había hecho famoso entre nuestras amistades, el mismo que todos lo llamaban por su nombre, el mismo que todos admiraban su poder de sobrevivencia, se enfrentaba a una inevitable realidad, terminaría siendo scrap (chatarra). 

Es raro explicar el porque de este sabor amargo, de la tristeza que me abordó el Miércoles al recibir la noticia. Puede parecer banal, superfluo, pero es así como me sentí. 

Recorridos junto al Thames River en tardes de verano, los viajes sin problemas y los buenos recuerdos. 

Todo un Highlander, un inmortal